Gaslighting

Una de las ideas más peligrosas contra las personas trans es la contradicción de que se puede difundir el odio hacia las personas trans y al mismo tiempo negar que esto está sucediendo. Es difícil matar a alguien frente a una cámara, difundir la filmación por redes y decir «no le maté», pero es muy fácil decir todo tipo de ideas transodiantes y luego decir «no odio a las personas trans, solo hablo de los hechos». Esta impunidad está relacionada con la falta de educación sobre sexualidad, género y biología, y con la fuerte tendencia que tiene el odio de rellenar todos los huecos del conocimiento.

Se suma a esto el uso de descalificaciones, como las acusaciones de que las personas trans usamos un «razonamiento emocional» o las especulaciones sobre la inteligencia de una persona trans, pasando por alto el hecho de que nadie ha podido dar una definición clara de la idea de «inteligencia» hasta el día de hoy y, por supuesto, nadie explica cómo midieron esa inteligencia cuando la juzgan.

Para terminar, quien odia necesita disfrazar su fealdad de alguna manera, para lo cual es indispensable maquillar sus ataques como defensa de otro grupo. Lo que falla es que nunca podrán defender a las mujeres, a les niñes ni a las personas autistas, porque todos estos grupos se intersectan entre sí y con el de las personas trans. Odiar a las personas trans es odiar a mujeres, a niñes y a autistas. Es odiar a niñas trans autistas. Soy autista y es insultante que usen parte de mi identidad para diseminar el odio hacia mí y hacia mis compañeres. Sí, me han hecho enojar tanto que ya no me preocupa decirlo, no me preocupa que no me crean o no me entiendan.

También me han hecho llorar. ¿Cómo puedo estar delatando mi debilidad? ¿Si me hacen llorar acaso no perdí la discusión? Lloro por la humanidad. Porque el daño es real. Porque las mentiras son la peor parte. El gaslighting es la peor parte. A veces me pregunto si mi tranquilidad, mis momentos de felicidad, son solo engaños. Quizá la calma es una mentira, ¿cómo puedo pretender sentirme segure en un planeta en llamas y lleno de personas que me odian, se burlan de mí y se justifican autopremiándose como activistas o defensores de otras personas a quienes no defienden? Para que les crean sus cuentos es necesario que seamos les enemigues, y allí comienza la nueva contradicción, la de decir que no están en nuestra contra pero están en nuestra contra porque creen que les hacemos daño a otras personas, que siempre son cis. La víctima siempre es cis para que el discurso funcione.

El razonamiento emocional es el de le transodiante, porque nos quiere débiles, sumises, confundides. No busca comunicar, educar ni descubrir, sino causar sufrimiento. Quieren deprimirnos con su odio y esconder su estrategia con la vieja descalificación ¡misógina! de lo emocional. ¿No había que defender a las mujeres? Hay que dejar morir a esa absurda dicotomía de razón y emoción, como a todas las otras. Hay que sospechar más de quien razona y menos de quien siente. Durante siglos pusimos a les primeres en un pedestal, a les últimes en silencio. El planeta está en llamas. Sigamos vives, porque esa es su derrota.